Opinión publicada el 4 de mayo de 2007.
Anuncian un portátil a 10 dólares. Suena a ciencia ficción. Detrás del número hay una cadena de montaje que probablemente paga salarios de hambre. La pregunta no es si se puede fabricar, sino a qué coste humano y ambiental. ¿Queremos gadgets baratos o justicia global?
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