Opinión publicada el 1 de octubre de 2007.
Cuatro millones de préstamos hipotecarios empiezan a sudar. Los bancos niegan compararse con EEUU, pero internamente ya revisan sus carteras. Si la burbuja pincha, el efecto dominó llegará a las cajas y al resto de la economía. El silencio oficial no es tranquilidad, es estrategia.
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